Cuidado con Ángel. L. Montilla Martos
Ángel L. Montilla Martos no es lo que parece.
Ha publicado su ¿quinto? libro, De la palma al cerezo, y a poco que sea leído terminaréis sabiendo de él. Me veo obligado a preveniros.
Ángel se muestra como un tipo divertido al que le gusta retratarse con su ukelele. No os fiéis: es un artista polifacético capaz de seducir a quienes le oyen y le leen con múltiples recursos y lenguajes, ante los que las prevenciones son inútiles. A las pruebas me remito.
La apariencia ligera y alegre de su conversación deviene pura farsa en cuanto lees sus versos, que se entrometen en el sosiego sin ligereza alguna y escarban en la triste insignificancia del ser humano sin el menor regocijo.
Ángel pretende ser un tipo ocurrente que se dedica a sus versos, su música, y a Japón. Pero yo os contaré la verdad: es un docente comprometido con la escuela, que briega a diario para mejorarla en ese territorio hostil que es la innovación educativa, haciendo un trabajo impagable desde la Jefatura de Estudios del IES Al-Baytar.
En fin, Ángel es un impostor cuya potente autenticidad se construye a base de parecer lo que no es. Pero a mí no me engaña.
Qué lujo el Conciertal de ayer en La Mínima. Gracias también a Eduardo Retamero y a José Luis González Vera.
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